Para todos los expertos está claro: jugar con los peques favorece su crecimiento, estimula su cerebro y es divertidísimo para toda la familia.
Pero… a ti no te gusta jugar.
Puede que te dé vergüenza decirlo por miedo a respuestas llenas de juicio como: “¿cómo no vas a jugar con tus hijos? ¡Pero si es necesario jugar con ellos!”.
Te contamos algo: no eres la única persona que se siente así. Y tampoco debes juzgarte por esto.
No querer jugar es la realidad de muchos adultos. No todos los grandes estamos hechos para sentarnos en el suelo a jugar.
Así como promovemos la validación de las emociones en la infancia, de esa misma forma promovemos validar las cosas que como adultos nos gusta o no nos gusta hacer.
Lo importante no reside en el “sentarse a jugar”.
Lo realmente valioso es el tiempo que dedicas a estar con tus peques.
Imagino que has escuchado muchas veces “lo importante no es la cantidad, es la calidad” y te preguntarás:
¿Qué es el tiempo de calidad?
Vamos a averiguarlo.
¿Qué es el tiempo de calidad y por qué es importante?
El tiempo de calidad se refiere al tiempo que dedicas a otros estando realmente presente. Sin que la atención esté centrada en otras cosas, por ejemplo: el teléfono, la televisión o el trabajo.
Quizás no sea necesario que te sientes en el suelo a jugar a los autos o con muñecos. Pero si es importante que tengas momentos en el día en los que estés presente para compartir con ellos.
Imagina que llegas del trabajo queriendo contarle a tu pareja cómo te fue durante el día y que su respuesta sea: “ahora no, estoy muy ocupado” y no tengan un rato para conversar. ¿Cómo te sentirías?
Para los niños y niñas, el juego es la mejor forma de compartir con quienes quieren.
Para fomentar estos espacios de calidad, tenemos estas recomendaciones:
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No lo ignores. Si se acerca a decirte: “quiero que juguemos”, no hagas la vista gorda. Detén un momento lo que estés haciendo, baja a su altura, mírale a los ojos y dale una respuesta sincera. Por ejemplo: “ahora papá va a entrar a una reunión importante, ¿te parece si luego de almorzar estamos un rato juntos?
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Cumple tus promesas. Evita decir “En 5 minutos me siento contigo”, si sabes que eso no va a pasar. Recuerda que estás enseñando a tus peques y que ellos confían en ti. Evita promover las mentiras porque no quieres que se sienta desilusionado y que piense “siempre me dice eso y no es verdad”.
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No lo hagas sentir culpable con comentarios como “es que no puede estar un rato sin mí”. En efecto, quiere tu atención y compañía. Mientras menos la consiga, más la va a ansiar.
¿Por qué no quiero jugar con mi niño/niña?
Es importante respetar a niños y niñas y ser sinceros con ellos. Si no te gusta sentarte en el suelo a jugar, hay muchas otras actividades que sí puedes hacer y que ellos van a agradecer.
Les puedes decir: “cuando me siento en el suelo por mucho rato, me duele la espalda. ¿Te parece si nos divertimos con un juego de mesa?
Pero lo fundamental es reflexionar, sincerarte y preguntarte: ¿por qué no quiero jugar?
Puede que sea que no te gusta sentarte en el suelo, que no se te ocurra qué hacer, quizás no te gusta ese juego en específico o no te gusta ver películas animadas. A partir de esto podrás hacer adaptaciones para sentirte más cómodo.
Quizás cambiando de lugar te sientas mejor: el mueble o la mesa puede que sean un mejor lugar para jugar juntos.
Tal vez lo que ocurre es que no sabes cómo jugar. La verdad es que los grandes olvidamos lo importante que es esta actividad.
No importa, los niños y niñas tienen mucha imaginación, deja que ellos te guíen. No es necesario que tú idees un juego, puedes incorporarte al de ellos.
Cómo jugar sin jugar
Y puede que respondas: “lo que pasa es que no me gusta jugar, no importa si mi peque lo guía o si jugamos en la mesa, de verdad no puedo”.
¡No importa! Hay muchas otras tareas que puedes hacer con tus peques que no necesariamente sean un juego para ti.
Acá les dejamos algunas actividades que puedes hacer para pasar tiempo de calidad con tus hijos.
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Sean curiosos. Como explicábamos en el artículo de cómo propiciar la curiosidad, cualquier pregunta de nuestros hijos la podemos convertir en una experiencia de juego y aprendizaje. Salir a explorar en el patio las plantas y observarlas por medio de una lupa, ir a un museo para conocer más sobre un artista, buscar en internet si los árboles duermen por las noches… Toda experiencia de este tipo es un juego en sí mismo.
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Cocinen algo juntos. Busca recetas que no impliquen mucho peligro (cuchillos filosos y horno) y puedan hacerla juntos. Cocinar siempre va a ser una experiencia muy enriquecedora para los peques. Es algo diferente, probarán nuevos sabores y la pasarán muy bien.
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Salgan a pasear. Pueden ir a un parque, un museo, hacer un pícnic o solamente salir a caminar juntos.
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Los juegos de mesa siempre son una buena opción. Ya traen una estructura si lo que no te gusta es improvisar, y hay adaptaciones para todas las edades. Hay juegos de papel y lápiz (como la “vieja” o el “gato”, también está “stop” o “bachillerato”) o juegos con cartas.
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Las actividades que tenemos en Tapuy Casa Mágica están diseñadas para fomentar la autonomía y pueden ser realizadas por niños y niñas sin el acompañamiento de sus padres… PERO, son actividades diseñadas para niños y niñas hasta los 102 años por lo que pueden elegir la que más les guste y hacerla en familia. Será muy divertido ver los resultados de las creaciones de cada uno.
Recuerda que los niños aprenden jugando y todo lo podemos convertir en juego sin necesidad que sea con un juguete o lanzándote al piso. Cualquier experiencia entretenida será lúdica para ellos. Como hemos dicho, lo importante será compartir con ellos.
Aunque si estás de ánimo, te recomendamos llenarte de pintura, revolcarte en el pasto y ensuciarte con barro. Ya verás lo divertido que es volver a ser niño una vez más.