Tu auto comienza a fallar.
Rápidamente, lo llevas al concesionario para que le hagan un chequeo. Es una de tus herramientas de trabajo, por lo que lo necesitas reparado cuanto antes.
Te indican que debes dejarlo un par de días. Pero pasan 3 semanas y cada vez que llamas al concesionario, te dan una respuesta diferente. Y ninguna solución.
Durante estas semanas has tenido que coordinar para que alguien lleve y busque a los niños en el colegio y no has podido trabajar porque necesitas el auto para hacerlo.
Luego de 4 semanas con el auto, por fin te dicen que puedes retirarlo. Llegas… y te explican que aún no está listo.
Con absoluta sinceridad cuéntanos: ¿Cómo reaccionarías?
Ya a estas alturas quizás tu paciencia se agotó. Es posible que te muestres enojado y que reclames.
Acá el tema es ¿cómo reclamamos?
Sabemos que no podemos golpear o insultar a las personas del concesionario.
Tampoco podemos lanzarnos al piso a gritar. Y mucho menos, lanzar por los aires lo que se nos atraviese.
¿Cómo sabemos que esta no es la reacción indicada?
Pues porque lo hemos ido aprendiendo con el tiempo, con las experiencias y con el modelamiento.
Esto significa que manejamos nuestra frustración.
Pero para los peques, llegar a este punto de tolerar la frustración les toma mucho tiempo. Aunque, los padres quieran acelerar este proceso.
A raíz del ejemplo del auto, nos planteamos algunas preguntas:
- ¿Qué es la tolerancia a la frustración?
- ¿Esperamos mucho de nuestros peques?
- ¿Cómo les enseñamos a tolerarla?
- ¿Qué implica tolerar la frustración?
Escuchamos frecuentemente frases como: “es que mi peque tiene baja tolerancia a la frustración”, “se frustra fácilmente”, “no sabe manejar la frustración”.
Pero ¿realmente entendemos qué es la frustración y qué implica eso de “tolerarla”?
¿Qué es la frustración?
Frustración es el sentimiento que se experimenta cuando no se satisfacen algunos deseos que tenemos o cuando las cosas no salen como esperábamos.
Por ejemplo: cuando están armando con tanta pasión una gran torre y de repente, ¡se derrumba!
O cuando esperamos durante todo el día por ir a jugar al parque y comienza a llover.
O… cuando nos dicen que el auto, luego de semanas en el concesionario, aún no está listo.
¿Qué pasa cuando experimentamos ese sentimiento de “insatisfacción”?
Bueno, todas las personas reaccionamos de maneras diferentes. Tanto los niños y niñas, como los adultos.
Algunos adultos se enojan y gritan, insultan o golpean algunos objetos, mientras que otros respiran mientras buscan una solución.
¿Qué tipo de adulto eres tú?
Es necesario reflexionar y preguntarnos cómo afrontamos la frustración como adultos.
Esta pregunta es de suma importancia porque nosotros somos los primeros modelos de nuestros peques.
Nuestra manera de afrontar desafíos y situaciones de insatisfacción, será la forma con la que ellos aprenderán a hacerlo también.
¿Cómo le digo a mi peque: “no te enojes por eso”, cuando yo como adulto responsable que da el ejemplo, me enojo y golpeo las cosas cuando no obtengo lo que deseo?
Debemos hacer un pare y analizar cómo nos comportamos nosotros. Con nuestro ejemplo, le estamos enseñando a los peques cómo deben comportarse ellos.
Frustración y enojo
¿Eso significa que si mi peque no se enoja cuando algo no sale como quiere, está manejando bien la frustración?
No. El “no enojarnos” no es un signo de tolerancia.
Por el contrario, también puede significar que no sabemos cómo canalizar lo que nos ocurre.
Enojarnos está bien, de hecho enojarnos es sano. Como explicamos anteriormente, debemos estar atentos a cómo reaccionamos a ese enojo.
Para ello, te recomendamos leer el artículo “¿Cómo ayudar a mi peque a canalizar el enojo? “, ahí te damos algunas estrategias que pueden apoyarte en el proceso.
Claramente, todos experimentamos momentos de frustración. La pregunta es ¿cómo enseñamos a nuestros peques?
Sabemos que el proceso de crianza es complejo, pero hay muchas cosas que podemos hacer para enseñarles el valor de la perseverancia y a no frustrarse cuando algo no sale como lo esperan:
- Da el ejemplo: recuerda que eres el primer ejemplo de tus peques. Si ellos ven que al enojarte gritas, insultas o golpeas la mesa, ellos aprenderán que eso es lo correcto.
- Está atento a cómo reaccionas tanto a tus errores como a los errores de ellos. Procura mantener una actitud positiva de aprendizaje ante el error, y enséñales a apreciar lo nos enseña para la vida.
- Enséñale a colocar límites: es importante que tus peques aprendan a identificar lo que les gusta y lo que no, así como lo que les incomoda, y que sean capaces de expresarlo de una manera asertiva a los demás. Por ejemplo, un “no me gusta que me llames así” a tiempo, les ahorrará molestias y momentos de incomodidad.
- No des un “sí” a todo: a pesar que es muy tentador complacer a tus peques, sabemos que hay cosas que no podemos hacer o cumplir, es por ello que necesitamos establecer límites y darles a entender que hay veces en las cuales no podemos hacer ciertas cosas.
- Dale herramientas para solucionar problemas. Todo problema tiene una solución, solo debemos encontrarla. Por ejemplo, si están armando una torre y les falta una pieza, en vez de llorar y gritar porque no está la pieza, pueden buscar en el entorno algo que también pueda funcionar para terminarla.
- Está bien pedir ayuda: si no pueden hacer algo solos, es una buena opción pedir la ayuda de alguien más.
Cómo manejar la frustración
Acá tenemos algunas sugerencias importantes para que acompañes a tu niña o niño de forma efectiva en sus momentos de frustración:
- Toma en cuenta su edad: no podemos pedirle a un nene de 2 años que pueda regular sus emociones, muchas veces ni nosotros sabemos cómo hacerlo. Averigua lo que puedes esperar de su edad. Recuerda que es apenas a partir de aproximadamente los 5 años que los peques comienzan a autorregular sus emociones.
- Ponle nombre a la emoción: evita hacer comentarios como “no seas malcriado”, “no es para tanto”, entre otras. Hazle entender qué puede estar sintiendo: “es posible que te sientas enojado/triste”.
- Valida las emociones de tu peque: no lo juzgues ni minimices lo que está sintiendo.
Por el contrario, trata de entender por qué se está sintiendo así, “entiendo que estás enojado porque debemos irnos del parque”. - Enséñale formas de reaccionar: el tema principal acá no es lo que el niño o niña sienten, sino cómo reaccionan, y ahí es donde intervenimos nosotros como adultos. Puede que tu peque se enoje, grite, se lance al piso o golpee. En ese caso, lo primero que debemos hacer es contenerlo y ayudarle a calmarse. Posteriormente, enséñales formas más efectivas de reaccionar.
- Enséñale que todas las situaciones nos traen aprendizajes: entender que todo nos puede enseñar algo, por lo que es importante que, luego de estar calmados, generen un espacio de reflexión en torno a lo ocurrido: “¿qué ocurrió?” “¿cómo podemos hacerlo diferente?” “¿qué aprendimos?”
En nuestro artículo “¿Cómo acompañar a los peques en el proceso de identificación y canalización de las emociones? ” encontrarás otras herramientas que te pueden ayudar en este complejo proceso de educación emocional.
¿Sabías que las actividades artísticas de Tapuy Casa Mágica permiten el “error”?
Nuestra prioridad es el respeto a niñas y niños. Por eso, les damos la libertad de crear de acuerdo a sus capacidades e imaginación.
Así les permitimos reducir esa sensación de frustración, ya que no deben cumplir con un patrón impuesto.
Por el contrario, pueden expresarse libremente, sin preocuparse por si lo están “haciendo bien”, sino explorando sus capacidades y creatividad.