Una de las grandes preocupaciones de muchos padres, madres o cuidadores, es cómo desarrollar la autonomía en la infancia, siendo este un hito con muchas aristas que se presentan en las distintas etapas de desarrollo de la niñez.
En primer lugar, es importante definir qué entendemos por autonomía, en concreto esta se refiere a la habilidad de una persona de poder tomar decisiones, de acuerdo a su edad y entorno social. La autonomía en los niños, por su parte, se basa en la habilidad de poder alcanzar diversos hitos en su desarrollo, contribuyendo directamente en su autoestima, confianza e independencia.
Según la Dra. Myrtha Chokler en su texto El Concepto de Autonomía en el Desarrollo Infantil Temprano. “Hablar de actividad autónoma es reconocer que el bebé es un sujeto de acción y no sólo de reacción desde la más temprana edad. Acción que implica operación sobre el medio externo y transformación recíproca entre sujeto y medio”.
En este sentido, desarrollar la autonomía en la infancia, permite fomentar el desarrollo de la responsabilidad, aumentar el autoestima, y por ende la seguridad en el niño/a al momento de tomar decisiones.
¿Porqué es importante la autonomía en los niños?
En ocasiones, padres, madres o cuidadores, mantienen una relación de sobreprotección con el/la menor a su cargo, esto puede ocasionarse por el temor a que el niño o niña esté en alguna situación de riesgo, por la necesidad de que vayan al ritmo de vida del adulto, o simplemente por falta de paciencia.
Lo que es importante entender como personas responsables del cuidado o crianza, es que precisamente incentivar la autonomía en la niñez es importante para consolidar habilidades blandas que tendrán un impacto directo en sus vida como adultos.
¿Cómo puedo incentivar la autonomía desde mi rol como madre, padre o cuidador?
Desde que el niño o niña nace hasta su etapa de adolescencia, hay diversas acciones concretas que se pueden implementar que por más pequeñas o simples que parezcan, pueden hacer una gran diferencia para consolidar su autonomía.
La confianza es la clave
Lo primero que debes trabajar como adulto responsable es que debes aprender a confiar. Esto no significa bajo ningún motivo que vas a dejar que tome todas las decisiones sin consultar, o dejarlo estar en situaciones que arriesguen su salud física o mental, pero debes aprender poco a poco a confiar en su criterio y saber tomar distancia cuando sea necesario.
Te explico con un ejemplo: Juan llega al parque con su hijo Lucas de 3 años, allí están otros niños más grandes, de unos 7 u 8 años corriendo y jugando con una pelota. Lucas quiere ir a jugar con ellos, Juan cree que es una mala idea por la diferencia de edad.
Sin embargo, Lucas decide acercarse igual, y para sorpresa de Juan, Lucas se ha integrado bien al juego, respetando sus turnos y compartiendo de forma amena. Juan lo espera a la distancia, vigilando atento hasta el momento de partir.
Dependiendo de la edad del niño o la niña, puedes ir evaluando cada situación, para lograr construir la confianza en su criterio. Esto sin dejar de lado la responsabilidad del cuidado, pero entendiendo que son seres individuales que deben ir tomando decisiones en mayor o menor medida.
Valora su esfuerzo
Otro error muy común en cuanto al cuidado y crianza de menores, es pretender que estos vayan al ritmo de vida del adulto, sin tomar en cuenta las dificultades propias de la infancia.
Cuando le brindas la oportunidad de ser autónomo en el cuidado de, por ejemplo, ordenar sus juguetes, es esperable que le tome mucho más tiempo de lo que te tomaría a ti. Por tanto, lo más razonable es guiar, ofrecer ayuda, pero respetar sus tiempos, valorando el esfuerzo y compromiso que esto conlleva.
Estimula su razonamiento
Es muy fácil caer en la tentación de dar todas las respuestas a sus preguntas, sin antes escuchar lo que el niño o niña tiene para decir. Una forma de desarrollar la autonomía en la infancia, pasa también por fomentar su pensamiento crítico, e incentivarlo a poder investigar y crearse una opinión.
Esto no significa que no puedas orientarlo de acuerdo a los valores que tengan como familia, pero es importante, no pretender que sean solo un reflejo de tus pensamientos o creencias, recuerda que son seres individuales y deben actuar como tal.
Los límites y normas son necesarios.
Estimular el desarrollo de la autonomía en la infancia, no significa bajo ningún caso ausencia de normas, o límites claros, puesto que es contraproducente. Los niños y niñas necesitan tener reglas claras y lógicas para saber cómo manejarse en su entorno.
Además, recuerda que si bien es importante no adelantarse a hacer todo por ellos, no debes caer en la dinámica de asignarles tareas para las que todavía no tienen la madurez, ya que esto puede ser muy frustrante para ambas partes.
Un niño autónomo será un adulto responsable
Cuando se incentiva desde temprana edad a la autonomía en los niños, se está contribuyendo a formar un adulto que va ser responsable consigo mismo y con su entorno. Dependiendo de la edad que tenga hay diversas tareas que le puedes ir asignando y que pueden cumplir perfectamente.
Por ejemplo, a partir de los dos años de edad, y de acuerdo a sus habilidades y motricidad un niño/a puede:
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Ordenar sus juguetes
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Ayudar a poner la mesa
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Ayudar a regar las plantas
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Lavar algunos platos bajo supervisión.
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Hacer la cama con ayuda
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Preparar su bolso para el colegio
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Dar alimento a la mascota
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Dejar la ropa sucia en el canasto.
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Doblar su ropa con ayuda del adulto o responsable.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo desarrollar la autonomía en la infancia, y hacerlos miembros activos del hogar, aunque parezcan cosas sencillas, son una gran manera de forjar su sentido de pertenencia y responsabilidad.
¿Se te ocurre alguna otra idea o actividad que pueda incentivar la autonomía en los niños? Cuéntanos tu experiencia en los comentarios.